La ciudad blanca es una de mis preferidas, así que, si algun día desaparezco, me econtraréis en alguna de sus esquinas o en alguna de sus baldosas bonitas.
Caminar por las calles de esta bella ciudad es lo más parecido a volar.
Lisboa es encantadora y tiene siempre sorpresas y emociones que mostrar.
Perseguir y disfrutar la luz a cada paso. Entrar y esconderse detrás de las ventanas. Sentir la humedad del río Tejo en las manos. Caminar sin destino. Reconocer lugares pasados. Buscas lugares nuevos.
Y así, infinitas horas vividas, infinitas horas esperadas.
Espero siempre volver
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